jueves, 2 de septiembre de 2010

Olivia


Mónica Ostos tenía la exacta apariencia de Olivia, la novia de Popeye. Al principio no lo noté y solo vi en ella a una alumna más de Comercio Internacional. Era espigada y se recogía el cabello con un moño esmerado, estilo años cincuenta.



Era un tanto insignificante y por muchas clases no le presté atención. Se confundía con el resto de muchachas pero, cierto formalismo, una tendencia a actuar, hablar y moverse con sobriedad y elegancia, hicieron que resaltara en su grupo.

Tenía los ojos pequeños y oscuros; sus labios eran delgados y acentuaban la pulcritud de su temperamento.

No sé si serían simples impresiones mías; a lo mejor, otras personas, solo observarían en ella a una adolescente desmirriada. Pero el trato constante en clases, el intercambio de preguntas y respuestas, me hicieron ver en ella más cosas de lo que otros podían ver a primera vista.

Su cuerpo, aunque era delgado, estaba bien delineado.

Un día antes de su clase de gimnasia, pude observarla en la puerta del salón de clase. LLevaba un pantalón corto, una camiseta blanca de lana y tenis. Sus piernas eran delgadas, finas y sin estrías. Poseía unas caderas proporcionadas y con gracia.

Tuve el súbito deseo de acercarme a ella. De pronto se volvió sobre sí y quedamos parados uno frente al otro. Me salió una risa malévola no sé de dónde mientras la contemplaba bajo la órbita de mi cuerpo alto y robusto.

Hizo una mueca y se apartó de mí.

Caminaba con energía, procurando alejarse lo más pronto posible, y fue cuando tuve la revelación de que era exacta a Olivia, así se llamara Mónica.

En las siguientes clases toleró mal mi presencia pero su desaire solo inflamaba más mi deseo de rodear con mi brazo su delgada cintura y robar de sus labios la miel de un beso.

Desafortunadamente y con los días, nuestra relación derivó hacia la acechanza y la huida.

Se escapaba de mí como una gacela; resbalaba por los pasillos y laboratorios de la universidad; nos encontrábamos, casi chocábamos por intención mía en las salidas de auditorios después de conferencias; la expiaba en el gimnasio y la veía reir con otros de lejos, en la cafetería.

Sobrará decir, a estas alturas, que estaba rudamente enamorado de Mónica.

Mi osadía llegó a su límite el día de la fiesta de aniversario de nuestra institución educativa. Cerca a la Oficina de Bienestar, nos encontramos de súbito, sustraídos del grueso de la gente, solos, uno frente a otro: intentó huir, pero su cintura ya estaba en mis brazos y mis labios buscaban su boca. Me dio unos tiernos puños en el pecho, y por supuesto, esto me excitó aún más. Chilló un raro nombre y de pronto alguien me apartó bruscamente y puso en uno de mis ojos un golpe que me sonó a locomotora enfurecida y resonó como yunque castigado.

Quedé sentado en el suelo, con una rodela negra en mi ojo, tratando de reponerme, mientras Mónica me espetaba agriamente:

¡Brutus! ¡Brutus! ¡Eres un patán! ¡Vamos, Popeye!

Un joven rubio, alto y cuajado de Ingeniería Industrial, la había rescatado en sus brazos. Me dieron la espalda y se marcharon.

Me rascaba la cabeza, tratando de recordar dónde había leído que la realidad supera la fantasia.

Brutus.

martes, 2 de marzo de 2010

Qué tan civilizadora fue Europa

Las empresas más formidables de "civilización" emprendidas por Europa en América, Africa y la India,han sido, en términos reales, empresas de barbarie y sometimiento. Veo un documental sobre El Congo, y la relación con el libro "En el Corazón de las Tinieblas", de Conrad, un europeo que se le achicó el corazón de ver tanta barbarie en nombre de la civilización, y me acuerdo de América y su proceso de sometimiento y dominación por Europa, un camarilla de ampones, medio letrados, acicateados por la fiebre del oro que saquearon, torturaron; conjurados con la religión para acabar con una cultura ambientalista, pacífica en la mayoria de los casos, armoniosa de los nativos americanos.

Estos dos procesos de colonización, así como el tema de la India, podrían ser un buen principio para emprender una empresa de revisión sobre el papel de Europa y su proceso "civilizador" en el mundo. Y los resultados, ademas, que hoy saltan a la vista en el libre mercado y el modelo de desarrollo arrasador.

Sería muy bueno confrantarlo a su Eurocentrismo, a la sensación de que sin ellos, otro mundo no habría sido posible. Lo cual, ha podido ser una de la grande tragedias de la humanidad.