lunes, 12 de enero de 2009

Sin lugar

Creí que con los años, los cursos de Yoga, Tai Chi y meditación para estar en armonía con el mundo me iban a hacer una persona más sintonizada con el tiempo. No ha sido así. Peor aún: cada día la cosa es peor y es como si no encontrara mi lugar en ninguna parte, como si me hubiera adjudicado la condición del amante abandonado que no halla sosiego en ningún lugar.
A cualquier punto que vaya, apenas llegando, ya siento hastío y deseos de partir a otro lado, esperando en vano encontrar algo que no hallaré, o que perdí un día y no me di cuenta.
Cada día me incomodan más los demás, me son adversas las ideas políticas triunfantes y mi contacto con los otros es un roce de irritabilidad.
En el comienzo, hallaba mi lugar sin complicaciones: encima de una baranda, lanzando piedras a un charco era suficiente. No peleaba con nadie porque no había con quien hablar. Me tumbaba en un banco de madera y adivinaba las siluetas de animales de algodón que se iban formando con las nubes. Oía la canción de Soeur Sourire: “Dominique, nique nique, pobremente por ahí…”

No hay comentarios: